domingo, 12 de junio de 2011

Cada día más imbéciles II

LOS PISHTACOS Y LAS CASAS EMBRUJADAS

Más que una cortina de humo, la chanza de los pishtacos fue una cortina de sebo. En noviembre de 2009, el entonces ministro del Interior, Octavio Salazar, montó el cuento de que en huánuco se había capturado a una banda de traficantes de grasa humana que se hacía llamar "Los pishtacos del Huallaga" y que había dejado tras de sí no uno ni dos, sino sesenta (exáctamente sesenta) cadáveres despojados de su grasa corporal, "la que luego era comercializada en Europa para fabricar belleza".

Por más de quince días la prensa, la tele, la radio con los detalles de los pishtacos, de quienes se decía que " asesinaban a las víctimas decapitandoles", que "colgaban los trozos de cuerpos en tendederos para dejar chorrear la sangre y la grasa en unas botellas rodeadas por velas", que "en el extranjero la grasa humana se vendía por 11.000 dólares el litro". Late le hablaba mucho de los pishtacos y casi nada se decía de la investigación del periodista Ricardo Uceda sobre un Escuadrón de la Muerte en Trujillo, integrado por un sector de la Policía que disparaba a quemarropa a supuestos delincuentes. A Salazar, la cortna de humo de los pishtacos le cayó como anillo al dedo.




Los pishtacos coronaron el 2009 y en el 2010 lo hicieron los fantasmas. Por tres semanas los noticieros de la tele pasaron notas sobre un solar embrujado en el Rímac. Se reportaba con "seriedad y objetividad" sobre cochillos voladores, cortinas que se encienden, parasicólogos rezando en idiomas desconocidos.

"Ante hechos como este la gente cae en una fascinación casi hipnótica y evasiva porque necesita distraerse", dice el psicoanalista Jorge Bruce". "sin embargo, no hay que ser ingenuos para caer en cuenta que detrás de esas noticias hay un interés de los grupos hegemónicos por mantener a la gente idiotizada. 

lunes, 6 de junio de 2011

Cada día más imbéciles I

     Si embrutecer fuera uno de los grandes objetivos nacionales nadie podría dudar de que el Perú avanza y que buena parte de la prensa popular y la televisión-basura (es decir, casi toda) contribuyen de un modo decisivo al éxito de esta tarea. Prensa inverosímil y temerariamente divertida hay en todas partes, pero lo que ocurre en el Perú es extraordinario. Es la prosperidad del guano impreso, la acumulación sin pausa de un producto bruto interno que nos rebana el seso y nos hace creer que el cáncer es cura gratis, que un farsante es un médium, que las telenovelas son más reales que el sueldo mínimo, que los OVNIS ya llegaron (y los pishtacos también). Pero detrás de esto no solo está el negocio del papel. Está también el interés de la derecha asnal en INFANTILIZARNOS Y ADORMECERNOS para, como en el cuento, comernos mejor.




   Una persona dijo alguna vez que la imbecilidad es la única enfermedad que no ha sido registrada por la Organización Mundial de la Salud. Los enterados han explicado que hasta podría tratarse de una pandemia. Una cuyos tentáculos han traspasado fronteras, convirtiendose en algo así como el Pulpo Paul de los pasmados. Advierten que es una enfermedad que se transmite por contagio y que sus transmisores directos son el mosquito de la tele y la lombriz amarronada de la prensa amarilla. Han dcho además, que el tratamiento es costoso, penoso y prolongado.

    Hemos hecho un ranking peruano de los casos de imbecilidad colectivo más recordados y más irradiados por los medios en los últimos años. Un conteo que nos arroja a esta pregunta: ¿Somos inocentes incurables o idiotas persistentes los peruanos que nos seguimos tragando el cuento de los videntes, de las casas embrujadas, de los pishtacos y que hasta votamos por un candidato que podría ser el eslabón perdido? Es cierto que la imbecilidad carece de bandera y aspira al ecumenismo (en sentido de unión de la humanidad), pero nadie puede negar que las portadas como: "Capaturan un alien de cuatro patas", "Hallan real arca de Noe" son creaciones heroicas de nuestra pujante estupidez.